sábado, 6 de marzo de 2010

Paseando por mi ciudad

Camino por una ciudad, donde a falta de más de diez días para la fiesta, desde las calles más pequeñas hasta las más anchas avenidas, aparecen cortadas de un día para otro, erguiéndose en mitad de las mismas enhiestas carpas baratas a modo de grandes tiendas de campaña, que deben costar unas tres ó cuatro horas a lo sumo el montarlas. De hecho, cuando acaba la fiesta, en una sola noche se desmontan todas las de la ciudad.
¿Cómo se justifica? Ah, sí...ya lo veo, hay tres niños jugando al balón junto a la carpa vacía en la gran calle de cuatro carriles cortada. Sus padres estarán orgullosos de verles. Toda la calle para ellos.
No importa que durante la semana, muchos, nos veamos afectados en el intento de mantener nuestra rutina diaria. Si se produce una emergencia y un enfermo ó un anciano necesita atención médica urgente y no puede llegar a tiempo una ambulancia, no será más que un daño colateral a la fiesta.
En pocos días, cuando llegue la gran fiesta, aquí, en mi ciudad, los humanos ganarán a los perros meando por las esquinas y junto a los puestos de churros.
Pero este es el sacrificio que muchos tenemos que pagar para el famoso "Pan y Circo" que tan buen resultado le dio a la Antigua Roma.

1 comentario:

Anónimo dijo...

es terapeutico que de vez en cuando el circo llegue a la ciudad

M.

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