Me tomo unas vacaciones con la novela de Thomas Mann, La Montaña Mágica. Voy más o menos por mitad del libro, por la página 500. No sé si alguien que me esté leyendo, habrá leído la famosa novela. Yo tengo sensaciones contradictorias. Sí que estoy disfrutando con el libro, pero no creo necesario 500 páginas para situar al lector en donde estoy ahora mismo. En cualquier caso es un periodo de descanso tras el cual reanudaré la lectura hasta el final. En ese momento escribiré sobre ella.
Ahora comienzo a leer la novela de John O'Hara, Cita en Samarra. Previo al primer capítulo, hay un relato breve de W. Somerset Mugham, que es de donde toma el título la novela, que dice así:
Había un mercader en Bagdad que envió a su sirviente al zoco a comprar provisiones. Al cabo de un rato, el criado volvió pálido y tembloroso, y le dijo: "Amo, cuando estaba en el zoco, una mujer me dio un empujón y al darme la vuelta vi que se trataba de la Muerte. Me miró e hizo un gesto amenazador; por favor préstame un caballo para que huya de la ciudad y escape a mi destino. Iré a Samarra y allí la Muerte no podrá encontrarme". El mercader le prestó su caballo y el sirviente montó en él,le clavó las espuelas en los ijares y partió a todo galope. Luego el mercader vino al zoco y me vio de pie entre la multitud, se me acercó y preguntó: "¿Por qué le hiciste a mi criado un gesto de amenaza esta mañana?" "No era un gesto de amenaza -le contesté-, sino de sorpresa. Me extrañó verlo aquí en Bagdad, pues hoy por la noche tengo una cita con él en Samarra."
Me pregunto hasta qué punto podemos evitar nuestro destino, o si tratando de cambiarlo, no hacemos otra cosa sino precipitarlo. En cualquier caso Cita en Samarra es una novela que promete.
viernes, 1 de mayo de 2009
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