lunes, 18 de mayo de 2009

asleep by the smithes

Comentario de brokentoe que merece una entrada propia.

hoy me preguntaron si me gusta vivir solo. no supe responder, tal vez porque solo podría hacerlo bajo estas condiciones en las que me encuentro en este momento. solo.en todo caso, escribo y percibo a alguien detrás de estas palabras.

desearía poder pedir un favor. tendido en el suelo d mi casa. tumbado, no de rodillas, pero sí en tono de súplica. "canta, tararea hasta q duerma. y vete de puntillas cuando lo haya hecho, pq pese a q te le estoy pidiendo, no soportaría darme cuenta q lo haces."y en ese mismo suelo d mi casa, en esa habitación sin bombilla, en la q fue de noche de forma continua, descubrí q si corría las cortinas, penetraba tanta luz, q era posible, percibir la esencia del mundo del q había huido horas antes.y contesto aunq en voz baja, desearía sentir q la televisión no está puesta gastando luz inútilmente en el salón.

2 comentarios:

brokentoe dijo...

Nunca he escuchado pronunciar palabra contra mi abuelo. Nunca. Las he escuchado de mismo. Las he escuchado de mi mismo pronunciadas por mi mismo. Pero nunca de él. Ni siquiera en mis pensamientos. Nunca lo conocí en persona.
Mi abuelo era un hombre de campo. Eso lo he escuchado. Era una persona con responsabilidades, que lloraban, sus dos hijos, y otra que por encima de todo, gritaba. La responsabilidad con respecto a una persona acompañada de estruendosos sonidos emitidos por portentosas cuerdas vocales, debe quedar grabada a fuego. Si algo se insinuase, no lo creería. Seguía el camino. El suyo, no el de otros. Lo había trazado a base de actos firmes y consecuentes. Y seguía sus pasos sólo aquel que por la lealtad mostrada, lo merecía. Con el tiempo dejaría de seguirlo, y podría caminar a su lado. Eso en cambio, nunca sucedió.
Como hombre de campo, trabajaba la tierra. Las noches, bajo calor abrasador, o lluvia desoladora, las pasaría por caminos conocidos como sus fuertes y deterioradas manos. Las mejores noches debían ser calurosas. Las de cielo abierto y compañía estelar. Esas en que la luna ilumina el camino. Y aunque no lo necesites, la claridad es una palmada en la espalda. Bien lo tienes ganado. Por el resto de noches.
Dicen que en el oído de mi abuelo habitó un grillo. Una noche completa y una mañana. Entre todos los orificios que un insecto puede encontrar, de todos, eligió aquel.
Acostumbrado a sonidos agudos, graves, y de tonalidades diversas pero todas ellas poco agradables, aquellos zumbidos parecieron realmente afectarle. Y no sólo una noche completa y una mañana. Permaneció en su interior el resto de su vida. Desesperación, para un hombre valiente, manifestada en sudores nocturnos desencadenan gemidos en forma de súplica. Estaba de nuevo allí y así lo sentía. Malditos zumbidos. ¡Fuera de mi!

brokentoe dijo...

En mi interior habitó también alguien. Ana. Aunque ella no lo eligió. La metí yo. La invité a pasar. Y sin esperar respuesta cerré la puerta y ella quedo en mi interior. No una noche completa y una mañana. Una década.

Me excuso por ello, porque hoy hablo frente a ella. Estás sentada. Fuera de mi. No tengas en cuenta lo que viviste en mi interior. Sin esperar respuesta, desde este rincón, me atrevería a preguntarte, con firmeza, ocultando mi debilidad, Ana, de todos esos momentos en los que vivías en mi interior,
eras tú en alguno de esos momentos,
realmente tú,
pensabas también en mi en alguno de esos momentos,
tú aquí y yo allí,
era REALIDAD sólo un momento,
dime si eso sucedió,
porque no sé contestarme y no me atrevo a hacerlo. Te ví a mi lado, hablando y riendo, cerca, tan cerca, pronunciando palabras incluso respondiéndome, pero, no me atreví a contestar esa pregunta por ti.

Bastó con escuchar su nombre el día de hoy. Y de nuevo siento el zumbido en mi interior. Si te busco. Si elijo el camino más largo para encontrarme frente a ti. No lo dudes. No podría mirarte a los ojos. Avergonzado, por haberte encerrado dentro de mi cabeza en contra de tu voluntad. Acaso retirar la mirada de esa manera tan brusca no es el mayor signo de un crimen interior y personal. Años mostrando ese signo en busca de una reacción. De una respuesta. De un soy yo.
Nos hemos colado por una rendija el uno dentro del otro contesta.
Silencio, y a cambio zumbidos, muchos zumbidos, durante una década, y resquicios de irrealidad. No son más que éstos.

Los niños son inocentes. Y crueles. Unos dominan y otros se sienten dominados. Si un superior ataca, el resultado es claro. Problema es cuando chocan dos almas en pena. La rabia y desesperación son mayores. Puedes incluso sentir el tener posibilidad de salir airoso. No eres inferior, no inicialmente y no entiendes razón por la que debas sentirte dominado por un igual. Eso mismo debieron sentir. Una mariposa revoloteó desde aquella ventana y con un claro objetivo, perfiló un rojo sendero en aquella piel, tan suave. Y no importa quien la alentó en su viaje. A nadie le importó en su momento y no lo hará en este.
Atónito como espectador decidí contar aquel episodio. Lo deseaba con todo mi empeño y por ello decidí bajar las escaleras a toda velocidad. No hizo falta mediar palabra. Ella sabía de mis intenciones, espectadora a su vez de aquellos actos impropios.
Y no habló pero con un suave gesto, aunque con mirada de profunda tristeza y desilusión, me lo indicó.
Cállate.
Y me callé.
En lugar de frenar mi carrera proseguí camino a casa mientras sollozaba pensando en lo que mi deshonesto acto había significado. Avergonzado.
Y tal vez marcado.

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