martes, 20 de marzo de 2012
Maria unser frowe
En este fin de semana transcurrido en la celda de un Monasterio Cisterciense, he descubierto esta pieza anónima del siglo XIV. Ha sido comenzar a escucharla y sentirme atraído hacia ella, de forma que me cuesta parar. La reproduzco una y otra vez. Felicidades autor anónimo, siete siglos después sigues teniendo en mí un admirador. Lo curioso es que después, he averiguado que se trata de una canción para flagelantes.
Flagelantes que mortificaban el cuerpo para salvar el alma.
Quizás yo sea un flagelante del siglo XXI. Flagelado por mi mente. Quizás por esto mi mente no me permite dejar de escuchar esta canción.
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