Por casualidad, vi los últimos 30 minutos de una película titulada "Antes del atardecer". No me interesó ver el resto de película que me perdí, y me imagino que tuve suerte de ver sólo la última parte, de modo que me libré de una sentada de posible aburrimiento un tanto rosa. Sin embargo, me ha hecho pensar en el cercano atardecer que se aproxima en mi vida. No necesariamente mi pensamiento va en la línea del amor, de lo ciertamente difícil que es coincidir en el tiempo y en el espacio con la persona a quien amar y compartir la vida. Eso es una utopía a la que según la fortuna nos podemos aproximar en mayor o menor medida. Pero como digo, no necesariamente mis pensamientos siguen esa línea. Más bien se trata del tiempo perdido durante el amanecer y la mañana. Recuerdo la frase de Bukowsky:
"A veces me miro mis manos y me doy cuenta que podría haber sido un gran pianista o algo así. Pero, ¿Qué han hecho mis manos?. Rascarme las pelotas, firmar cheques, atar zapatos, tirar de la cadena de los inodoros, etc., etc. He desaprovechado mis manos. Y mi mente."
Ahora quiero aprovechar cada día antes del atardecer. No me reconozco en la gente de mi edad. Tampoco lo hago con gente más joven. Me vuelve a acompañar Nirvana. Kurt Cobain se convierte en un nuevo héroe romántico, como en su momento lo fueron los protagonistas cursis e inútiles de algunas novelas del XIX.
sábado, 22 de enero de 2011
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